La Madrugada y la tarde del Viernes Santo estuvieron marcadas por el fallecimiento del joven Antonio Merino, al que la muerte sorprendió cuando se preparaba para hacer estación de penitencia en dos cofradías señeras, la del Santo Crucifijo de la Salud y la del Cristo de la Expiración.
El trágico suceso, ocurrido minutos antes de que el joven cofrade -ya vestido de nazareno- encaminara sus pasos a la parroquia de San Miguel, hizo que la grandeza de estas jornadas procesionales quedara de algún modo empañada.
La Madrugada del Viernes Santo fue especialmente fría en lo climatológico, lo que hizo que a determinadas horas de la noche quedaran muy pocos jerezanos en las calles después de que la salida de las primeras cofradías sí contaran con el calor humano propio de una noche de estas características. La jornada volvió a animarse con la salida del sol, siendo muchas las personas que se echaron a la calle para disfrutar del regreso a sus templos de La Buena Muerte, El Nazareno y, especialmente, La Yedra, que reunió a una auténtica multitud en la Plazuela ahora presidida por la efigie de La Paquera.
El Santo Crucifijo y La Yedra iniciaron sus respectivas salidas a la una de la madrugada, cuando la tarde del Jueves Santo aún tenía en la calle a las hermandades del Huerto y el Mayor Dolor. Poco después lo haría la Hermandad de las Cinco Llagas, con la severidad y rigor penitencial ya acostumbrados. La Buena Muerte y El Nazareno se echaron a la calle a las tres y media de la madrugada. La jornada no registró ninguna incidencia digna de mención. El cumplimiento casi estricto de los horarios fue el mejor ejemplo de ello.
La tarde del Viernes Santo disfrutó quizá de la mejor climatología de toda la semana, toda vez que al casi inexistente riesgo de lluvia se sumó en esta ocasión un sensible incremento de las temperaturas, un factor que sin duda alguna agradecieron los miles de jerezanos que salieron a las calles.
La jornada estuvo más marcada si cabe por la súbita muerte de Antonio Merino, toda vez que la noticia había llegado ya a toda la ciudad. Dificilmente se recordará en San Telmo una salida más amarga como la vivida este año, a pesar de que la Hermandad de la Expiración disfrutó de un tiempo casi inmejorable. La cofradía se echó a la calle a las cuatro y media de la tarde y, además del recuerdo permanente al hermano fallecido, recordó en la confluencia entre las calles Sol y Marimanta a Ana y Manuel Parrilla.
Media hora antes había iniciado su salida procesional la Hermandad de las Viñas, que presentó como principal novedad el dorado del frontal de la canastilla de su paso de misterio y la culminación del grupo escultórico que acompaña al Cristo de la Exaltación. La apuesta por el clasicismo, la elegancia y el buen gusto de las hermandades del Loreto y La Soledad aportó el equilibrio necesario al carácter popular de las cofradías anteriormente mencionadas. La Hermandad de la Piedad cerró el Viernes Santo con la duda de saber si habrá sido o no la última vez en que lo haga. El obispo tiene la última palabra.
El Crucifijo quedó a la espera de uno de sus nazarenos
La salida de la Hermandad del Santo Crucifijo en la Madrugada de 2010 quedará siempre unida al fallecimiento de uno de sus nazarenos, a quien la muerte sobrevino de manera súbita cuando se disponía a recorrer el breve trayecto que separa su domicilio de la plaza Esteve de la parroquia de San Miguel. La pérdida del joven Antonio Merino hace que deba quedar en un segundo plano la brillante manifestación pública de fe realizada por esta cofradía, que fue la encargada de abrir la Carrera Oficial y que allá por donde fue impregnó a la ciudad de su indudable clasicismo y rigor penitencial. La Hermandad del Santo Crucifijo lució de manera especial de regreso a San Miguel, al despuntar ya el alba del Viernes Santo.
El tiempo pareció detenerse junto a San Francisco
La Hermandad de las Cinco Llagas es una de esas pocas por las que no parece pasar el tiempo, toda vez que su presencia en la calle apenas difiere con el paso de los años. Sí ha evolucionado de manera sustancial el andar costalero de sus cuadrillas, en los últimos tiempos acorde a la idiosincrasia de la cofradía. Por lo demás, todo sigue inalterable. Las puertas de San Francisco se abrieron justo cuando el palio de María Santísima de la Encarnación buscaba la calle Santa María, alumbrando el templo de la plaza Esteve una cofradía severa y de corte clásico que tiene por costumbre cuidar todos sus detalles. Detrás del Señor de la Vía Crucis, cientos de personas acompañando a la imagen a la que veneran diariamente en su capilla.
Inmejorable acto de desagravio a una triste manipulación
Muy a su pesar, la Hermandad del Nazareno fue noticia al inicio de la Cuaresma por la lamentable manipulación de la que fue objeto su imagen titular. Por ello, la estación de penitencia de esta pasada Madrugada constituyó sin duda el mejor acto de desagravio posible para con esa acción. No en vano, antes de la salida, los hermanos de la cofradía rezaron a Jesús Nazareno pidiéndole “tolerancia” y “respeto” hacia aquello en lo que creen, así como para “saber perdonar” a todos aquellos que no les respetan. No cabía mejor inicio de una salida procesional que se desarrolló con total brillantez y en la que pudieron participar cuantas hermanas y devotas así lo desearon sin necesidad de abonar papeleta de sitio alguna.
La Buena Muerte demostró que Santiago también reza en silencio
La Hermandad de la Buena Muerte inició su salida procesional a las tres y media de la madrugada, justo veinticuatro horas después de que se recogiera el Señor del Prendimiento. Sin embargo, en nada se parecieron ambas estaciones de penitencia, que se convierten así en claro ejemplo de los diferentes modos de entender la Pasión que tiene una misma ciudad y, en este caso, un mismo barrio. La Hermandad de la Buena Muerte demostró que Santiago también sabe rezar en silencio y que la saeta puede provocar jirones en el alma cuando el ambiente así lo predispone. Y ello ocurrió especialmente de regreso a la sede provisional de la calle Nueva, cuando el sol proyectaba espectaculares sombras y contraluces y el Cristo de la Buena Muerte y la Virgen del Dulce Nombre tenían como palio la arboleda de la calle Ancha.
El broche de oro a una espléndida Madrugada
La Hermandad de la Yedra constituyó el mejor cierre posible a una Madrugada que fue espléndida a pesar del frío. Una auténtica marea humana se dio cita en la calle Empedrada para asistir a la salida de la cofradía, repitiéndose idéntica escena cuando a las diez de la mañana la singular cruz de guía de esta corporación empezó a abrirse paso por la Plazuela. Entre uno y otro momento transcurrieron diez horas plenas de vivencias cofradieras, que dejaron tras de sí un buen número de escenas para el recuerdo. Al igual que viene ocurriendo en los últimos años, el paso de la cofradía ante San Pedro ofreció uno de esos momentos que merecen la pena vivirse, al igual que la recogida, uno de los hitos más populares de la Semana Santa de Jerez.
Las Viñas mostró la grandeza de su paso de misterio
La Hermandad de las Viñas presentó varias novedades en su paso de misterio que permitieron empezar a descubrir la grandeza de una obra aún inconclusa. De entrada, Francisco Pineda ha culminado la talla del canasto. Además, el frontal de esa canastilla lució ya el dorado y el grupo escultórico se remató con un nuevo romano, de Fernando Aguado. El conjunto ha ganado en prestancia, situándose ya en consonancia con la categoría que se supone a una jornada como la del Viernes Santo. Detrás, el paso de palio de María Santísima de la Concepción Coronada, que cada día parece más completo. La Hermandad de las Viñas llevó además al centro el aroma inconfundible de su barrio, que constituye uno de sus grandes valores.
Loreto ofreció la estampa más clásica del Viernes
La Hermandad de Loreto aportó a la tarde del Viernes Santo el concepto más clásico de cofradía, una línea en la que viene trabajando desde hace ya varios años y que empezó a ofrecer resultados más evidentes gracias a la incorporación de la túnica de cola. El cortejo -integrado por un centenar de hermanos- se ha convertido sin duda en uno de los grandes reclamos de la cofradía. En todo momento se mantuvo compacto y unido, ofreciendo estampas de enorme belleza plástica por todos los rincones de su itinerario, pero de manera singular por aquellos más angostos. El regreso a San Pedro por Bizcocheros constituyó sin duda alguna uno de esos momentos que alimentan el deseo de la llegada de un nuevo Domingo de Ramos.
Un homenaje permanente a Antonio Merino
La salida de la Hermandad del Cristo de la Expiración constituyó el mejor homenaje posible al joven Antonio Merino, fallecido pocas horas antes de que debiera ocupar su puesto como cargador en el costero izquierdo del paso del crucificado. La cofradía salió a la calle sobrecogida por la noticia y ello se advirtió en muchos momentos de su itinerario. De entrada, el puesto que Antonio debía ocupar en el costero izquierdo quedó vacío. Además, su horquilla presidió el frontal de la canastilla del paso y el primer varal del costero derecho de la Virgen del Valle lució un crespón negro. La de este año quizá fuera una de las salidas más amargas que se recuerdan por San Telmo, a pesar de que la jornada, por lo demás, fue especialmente lucida.
La Soledad hizo un alarde de buen gusto y elegancia de principio a fin
La Hermandad de la Soledad se ha asentado definitivamente sobre las bases de la elegancia y el buen gusto. El Viernes Santo volvió a jugar esa carta que tiempo atrás parecía haber tenido guardada para deleite de jerezanos en general y cofrades en particular. Si el paso de misterio del Sagrado Descendimiento constituye todo un deleite para los sentidos aún estando en el interio del templo, qué decir cuando se presenta en la calle del modo que lo hizo el pasado viernes.
Lo del paso de palio de la Virgen de la Soledad merece un capítulo aparte, ya que no cabe más elegancia que la derrochada por la cuadrilla de costaleros de Martín Gómez, que por si fuera poco disfrutó de un repertorio musical muy apropiado para las características de una cofradía ganada para la causa clásica.
La Piedad pudo despedirse del Viernes Santo
La Hermandad de la Piedad pudo procesionar por última vez en la jornada del Viernes Santo, lo que viene haciendo de manera ininterrumpida desde 1984. Será el obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, quien determine si para el próximo año se recupera o no el Sábado Santo, atendiendo de este modo el reiterado deseo de la cofradía. Lo que es indudable es que la sensación que rodeó la salida es que se pudiera estar asistiendo al final de la jornada del Viernes Santo tal y como se ha concebido en el último cuarto de siglo. Y es que el precedente de Cádiz, que ha recuperado el Sábado Santo procesional, parece haber dado cuerpo a la posibilidad de que en Jerez ocurra algo parecido de manera más o menos inmediata.
Fuente: Información Jerez
No hay comentarios:
Publicar un comentario